Cooper Raiff, la voz de la nueva generación.

Nahuel Arturo y Candela Lederer, dos redactores del staff de Séptimo Proyector, nos presentan una nota colaborativa sobre un director emergente que empieza a estar en boca de muchos jóvenes.

Septimo Proyector
9 min readSep 27, 2022

Tanto Cha Cha Real Smooth como Shithouse son dirigidas por Cooper Raiff, un director joven de apenas 25 años y que en su corta carrera ha ganado bastantes adeptos gracias a los festivales de cine en los que ha participado.

Por Nahuel Arturo

Raiff, al ser un director joven, tiene intereses y preocupaciones propias de la gente de nuestra edad. Es realmente sencillo empatizar con sus personajes porque no son más que los portavoces de las dudas, angustias y certezas de un veinteañero.

Sus dos primeros largometrajes pueden ser perfectamente películas hermanas o parte de un mismo multiverso -ahora que está de moda el término- donde es el mismo Cooper Raiff quien protagoniza ambas obras para contar preocupaciones propias en películas que, ha declarado, son en gran parte autobiográficas. Un joven intentando averiguar que quiere en la vida, cuál es su camino mientras lidia con la necesidad de construir un camino propio fuera de casa y con los problemas de un trabajo en el que no está conforme. Mientras que por otro, también tenemos un joven intentando averiguar quién es, e intentando salir del cascarón protector en el que lo envuelve su familia para vivir una vida adulta plena en la universidad. Dos premisas que no están muy alejadas unas de otras, puesto que se llega a la misma conclusión de diferentes maneras.

El miedo a caminar y acortar distancias en un camino incierto siempre estará presente, pero hay que recorrer ese camino. Es la única manera de crecer. Inspirado fuertemente por Linklater y Normal People, Raiff crea un mundo donde la puesta en escena hace a la narración y la distancia entre personajes se marca por la gestualidad de sus actores y las particularidades tanto del habla como del lenguaje no verbal en sus intérpretes.

Un ejemplo de estas apreciaciones lo podemos ver en la forma en que conocemos a sus personajes principales. En Cha Cha Real Smooth, al personaje de Andrew lo conocemos por como se comporta con su hermano y las demás personas en los Bar Mitzvá a los que asiste. Lo vemos siempre con una sonrisa, intentando que los demás se sientan a gusto en todo momento, es un personaje muy perceptivo y carismático. Tanto que olvidamos que en las primeras escenas de la película lo vemos primero de niño, y luego de adulto, ante dos decepciones amorosas: la primera con una mujer que es mayor que él y la segunda ante la incapacidad de ver un futuro propio lejos de su novia actual, con la que más tarde romperá al irse ella a estudiar al extranjero. Ambas decepciones tomarán cuerpo y forma en Domino, con la que comenzará una relación idílica que le ayudará a enfrentar y superar estos problemas de los que viene huyendo constantemente.

En tanto, al personaje principal de Shithouse, Alex, lo conocemos por como (no) interactúa con los demás, y por como todo el tiempo se rinde fácilmente ante la primera dificultad que se cruza en su camino, refugiándose en un pequeño peluche infantil que funciona como exteriorización de sus emociones. De nuevo, un protagonista presentándose como un niño.

Además, toda la película tratará del esfuerzo de Alex por dar sus primeros pasos en la vida social universitaria, para esto también recibirá la ayuda de una mujer mayor, Maggie, quien servirá de guía, amiga e interés amoroso para el proceso de maduración de Alex.

Como vemos ambas películas tratan sobre personajes presentados como niños que serán llevados hacia el mundo adulto por una mujer mayor que servirá como guía e interés amoroso pero que, en definitiva, deberán ser los personajes protagónicos quienes deben tomar la iniciativa para no quedar estancados en sus propias penurias.

Otro aspecto de cómo Cooper Raiff trata el mismo tema de una manera muy distinta es como sus personajes interactúan físicamente con los demás. Mientras que en Cha Cha Real Smooth, Andrew busca todo el tiempo el contacto físico como una prueba de su utilidad. Por otro lado, en Shithouse, Alex lo evita constantemente. Vemos como se siente espiritualmente alejado de sus compañeros de universidad, se siente que no encaja pero como bien dice en una de las primeras conversaciones con su peluche/alter ego, realmente no lo ha estado intentando. No conectar con los demás, mantener las distancias hasta un punto que es terriblemente incómodo, como puede ser en la escena que visita por primera vez la habitación de Maggie, son marcas propias de su personaje y que sólo necesitamos de esos pequeños actos no verbales para comprender la complejidad de su personaje.

Son sólo algunos de los aspectos que me llamaron la atención y que, a mi parecer, hacen al cine de Cooper Raiff tan auténtico y especial. Donde priman los sentimientos, la incomodidad y donde lo más importante muchas veces es sobre lo que vemos, aunque no se esté hablando.

Por Candela Lederer

Fiestas por aquí, fiestas por allá. Rincones del espacio público listos para ser descubiertos. Dos personajes similares entre sí, pero a la vez tan distanciados, enmarcados por una complejidad diferenciada e interpretados por un mismo actor. Mujeres distintas que traen consigo varios obstáculos. Y así, el recoveco de un alma que solo puede ser descubierto a partir de una espontánea charla en una noche desolada.

Ser un adolescente en medio de un recreo en el secundario, donde las responsabilidades son minúsculas, es una cosa. Ahora, el cambio mental que se debe realizar al pasar a la universidad es algo completamente diferente, ni que hablar del traspaso de la universidad a la adultez post carrera universitaria. La distancia familiar es inevitable, el tiempo de ocio se acorta, los quehaceres aumentan y las capacidades de cada uno se ponen en juego. Aquí es donde las dudas aparecen, los deseos se intensifican, los sueños se implantan y los aprendizajes se acumulan. También es inevitable el distanciamiento de personas, allí es donde se aprende a vincularse con los demás y a entender quienes realmente merecen formar parte de nuestra vida y quienes solo han sido un mero pasaje de nuestro camino.

Alex, el personaje que interpreta Cooper Raiff en “Shithouse”, debe enfocar su tarea diaria, en intentar amoldar su personalidad para que encaje con la forma de vida universitaria. Él es un chico solitario, siempre fue muy cercano a su madre y a su hermana y una persona de pocos amigos. Salir nunca fue uno de sus problemas más serios, pero sí el tener que relacionarse con los demás. En el medio de su historia, cuando inevitablemente se topa con una chica que trabaja en el campus, todo lo que él había intentado construir, se desvanece y sus pensamientos con respecto a cómo seguirá su estadía, comienzan a cambiar. Desde hace tiempo, la idea de que dejaría la universidad, para retroceder 2000 km atrás con su familia, ya era un hecho, pero como siempre Cooper logra desestabilizarnos con un cambio inesperado que modifica el transcurso del relato.

A mi parecer, el cine de este director tiene algo particular que realmente lo identifica. Es imposible no ver determinadas características, sin darse cuenta que estamos frente a una película de él. Más allá de que sus personajes principales están interpretados por el mismo, lo que denota que es un film de Cooper, algunas de sus particularidades sobresalientes son: la grabación en espacios pequeños (por lo general, habitaciones, cocinas o baños), el desenvolvimiento de diferentes fiestas, ese desamor y el corazón desabrido de un joven que recién aprende los gajes de la vida, que recién está entrando en la adultez, el movimiento desganado y desinteresado de los cuerpos, sobre todo cuando bailan y la importancia del lugar que ocupa la familia en sus historias.

Sin ánimos de spoilear nada, debo confesar que desde que vi “Shithouse” me quedo grabada una escena en la cabeza que necesito compartírselas, aunque sin lujo de detalles, así dejo que la miren ustedes. Este es, el momento en que están sentados en el pasto, en medio de una de las montañas del campus, por presenciar una situación bastante triste y reflexiva. Sin pensar en lo que están haciendo, me parece que es una escena que muestra una acción que todos necesitamos en instantes determinados de nuestra vida, esa charla espontánea con un desconocido de quién apenas sabes su nombre, pero con quien de la nada sentís plena confianza, para contarle tus más grandes secretos.

Si hay algo que me gusta de Cooper Raiff es que siempre en sus películas o en realidad para los conflictos que en ellas desarrollan, busca una resolución. Lo interesante es que no siempre busca que esa solución sea positiva, si no que también con lo negativo e inesperado logra dejar un granito de esperanza en el espectador. ¿Qué quiero decir con esto? Qué por más alejada que este esa resolución de nuestra visión esperada, el mensaje que transmite sigue ofreciéndonos un grado de ilusión.

Con respecto a “Cha Cha Real Smooth”, me pasó algo bastante similar. Es un film si se quiere dramático, con tintes de romántico. A diferencia de “Shithouse”, el personaje principal, Andrew, ya ha finalizado su etapa universitaria y se encuentra en el momento posterior, ese instante en el que comienza la vida realmente, ese instante en el que debe tomar decisiones con respecto a su camino. Pero en simultáneo con su otra película, aquí su personaje también es complejo. La historia gira en torno a la vida de un chico que tras recibirse entra a trabajar en el mundo de las fiestas judías conocidas como “Benei Mitzvá” (festejo que denota la madurez personal de los varones frente a la comunidad, llegado a la edad de 13 años) y Bat Mitzvá (festejo que denota la madurez personal de las mujeres frente a la comunidad, llegada a los 12 años), donde conoce a una mujer más grande que él, Domino, interpretada por Dakota Johnson, y a Lola, su hija adolescente

Ambas son apartadas por las demás personas, por que las consideran diferentes y eso comenzará a llamar la atención de Andrew, este particular personaje. Al acercarse, descubre que Lola tiene el trastorno del espectro autista y que, al adentrarse tiene mucho para compartir. Sin contar mucho más para no arruinarles la película, debo decir que es un hermoso film, lo cierto es que nunca había visto algo así. No sé que pasará cuando me reciba, todavía no pasé por lo que pasa el personaje, pero si comprendo que debe ser difícil esa situación. Tiene un gradito de amor, que nos mantiene pendiente, pero también el desarrollo de una amistad que se va cultivando a lo largo de todo el relato.

En fin, me encanta Cooper Raiff, muchos pueden decir que ya anteriormente en la historia había directores (como en la Nouvelle Vague) que mostraban acontecimientos de la juventud en la pantalla, situaciones que claramente en el cine clásico no sé mostraban, pero creo que él lo hace de una manera diferente y propia. Que él interprete a sus personajes, le da el toque que le faltaba.

Si te gusta Séptimo Proyector, te invitamos a que nos compres un cafecito para ayudarnos a seguir generando este contenido que tanto disfrutamos hacer.

--

--

Septimo Proyector
Septimo Proyector

Written by Septimo Proyector

¿Qué se puede hacer salvo ver películas?

No responses yet